miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Por qué no preparar también tu mente?

Cuando tomamos la decisión de participar en una competición como una maratón, una travesía en el mar, las 10 millas de nuestra ciudad, un Ironman o incluso cuando somos nosotros mismos lo que nos planteamos un reto, tenemos en cuenta una serie de variables que consideramos necesarias trabajar para poder conseguir nuestra meta.

Por ejemplo, si decido realizar una travesía en el mar, trataré de buscar la ayuda de un monitor especializado que me ayude a plantear los entrenamientos y trabajar mi técnica de nado.

Cuando se trata de competiciones de resistencia como un Ironman, la cual requiere una gran preparación, se lleva a cabo un plan de entrenamiento físico muy estructurado, también se tiene en cuenta la nutrición tanto en las semanas de entrenamiento como durante la competición.

Pero, ¿Cuánto tiempo le dedicamos a prepararnos psicológicamente para estos retos?



Ideas erróneas sobre el trabajo en consulta del psicólogo deportivo:

El psicólogo deportivo solo es necesario para deportistas profesionales:
Te levantas todos los días un poco más temprano para realizar el entrenamiento que toca hoy, consigues cuadrar los horarios de trabajo con el plan de entrenamiento y tienes que hacerte cargo de los niños. No menosprecies el esfuerzo que estás llevando a cabo, puedes considerarte un deportista “amateur” pero variables como la ansiedad precompetitiva ocurren a todos los niveles.

Hay gente que es “muy fuerte de cabeza”:
Todos podríamos poner un ejemplo de persona que parece que ha nacido para la competición, su desempeño deportivo no disminuye ni en los momentos más duros. Al igual que la fuerza o la resistencia, los métodos psicológicos como la fijación de objetivos, el diálogo interior o la visualización también se pueden aprender, reportándonos un gran beneficio.

El psicólogo es para la gente que está “loca”:
En el ámbito deportivo está menos extendido que en la clínica, pero aun así sigue estando presente y como pasa en todas las áreas de nuestra vida, los más perjudicados  de nuestros prejuicios somos nosotros mismos, cerrando puertas y limitando las posibilidades de conseguir nuestra meta.


A veces llevamos a cabo entrenamientos durante meses, cuidando todo al mínimo detalle, pero durante este proceso dejamos a nuestra mente a la deriva, cuando es la que realmente marca la diferencia. 


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